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                                                                 Fuente: RTVE.es

Cualquier periodista que ayer por la noche se hubiese referido con esas palabras a los enfados del entrenador portugués en medio del clásico habría acabado, probablemente, «de patitas en la calle». Sin embargo, nadie puede negar que algunas de las voces incluídas en ese título pululan por el lenguaje cotidiano sin que nadie ponga demasiados reparos a su incorrección. La verdad es que las vacilaciones fonéticas, que deben tenerse en cuenta en hispanohablantes y no en hablantes no nativos del español, suponen un error grave imperdonable únicamente cuando son llevadas a la escritura. Es decir, determinados contextos permiten el empleo de este tipo de alteraciones fonéticas, de modo que es necesario distinguir desde un primer momento entre:

  • Pronunciación vulgar, que nunca debe aceptarse: pacencia*, diabetis*, penícula*…
  • Pronunciación afectada, que se pasa por alto en contextos relajados que implican un registro familiar.

La clave está, de nuevo, en aquello que se apuntó en la entrada Desviación vs. incorrección y que decía que hablar con corrección no solo implica ajustarse a la norma, sino que también hay que se saber adaptar adecuadamente el habla a las distintas situaciones comunicativas. Por lo tanto, los errores de pronunciación que se toman por vulgarismos son los que no se deben a una adaptación circunstancial del registro lingüístico del hablante y sí a un bajo dominio de la lengua por un nivel sociocultural bajo. A veces, incluso, estos hablantes son conscientes de sus carencias fonéticas y tratan de corregirlas. El problema es que, en ocasiones, cometen un nuevo fallo al caer en ultracorrección: aplican erróneamente procesos de corrección a palabras similares en las que sí resultan adecuados: ‘descalabrar’ y ‘escalabrar’ son admitidas por igual, pero no ‘desparramar’ y *esparramar.

Hay casos en los que el vulgarismo se ha hecho tan corriente que, incluso, personas con cierta cultura lo utilizan con la falsa justificación de la espontaneidad. Es posible que conocer los distintos fenómenos por los que se cometen este tipo de errores pueda ayudar a borrarlos de nuestro lenguaje más cuidado. Así pues, comenzaré con la elisión, el primero de los siete problemas fonéticos que iremos viendo y que explican las distintas pronunciaciones que recoge el español para mismos casos.

ELISIÓN

Se trata de la supresión de algún fonema o sílaba al comienzo, en el interior o al final de la palabra:

Aféresis,  cuando la pérdida se da al principio de la palabra: *lisar (alisar), *chacho (muchacho), *tate quieto (estáte quieto), *ámos (vamos), *toy (estoy)…

Síncopa, cuando la pérdida se da en el interior de la palabra:    

  • Participios verbales -ado/-ido. Se permite la elisión en un registro informal y coloquial solo en el caso de los adjetivos, pues en los sustantivos es siempre un vulgarismo. Las excepciones son: los adjetivos diminutivos, donde no se acepta la pérdida de la -d- (*clavaíto, *coloraíto…), y los sustantivos ‘cantaor‘ o ‘bailaor‘(de flamenco) que con esa acepción específica de género musical solo existen sin la -d-.
  • *Inato (innato), *pacencia (paciencia), *trasportar (transportar), *alante (adelante), *señá (señora), *paece (parece), *tiés (tienes)…

Apócope, cuando la pérdida es al final de la palabra:

  • Formas apocopadas por sí mismas. Deben distinguirse de este fenómeno, ya que no son incorrectas: ‘san’, ‘un’, ‘algún’…
  • *na (nada), *pa (para), *tó (todo), *mú (muy), *herpe(s), *carie(s), *cacahué(te)…

 

FUENTES:

Martín Gallego, Carolina. Clase magistral de El español correcto (2009/2010) en la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca.

FUENTES COMPLEMENTARIAS:

Gómez  Torrego, Leonardo. Hablar y escribir correctamente el español. Gramática normativa del español actual.

Borrego nieto, Julio: <<Asín que ya le digo señá Tomasa: El lugar de la variación en la descripción lingüística>> (Lección Inaugural del Curso Académico 2008-09, Universidad de Salamanca).